Pero
me invitaras algo-
Dije
cargado de no se que en los brazos, parecía la condición perfecta para que mi
sonrisa apareciera en el momento que ella, Juliana, la reina del drama y que
adoraba la danza, aprobara mi ayuda con el premio de una cerveza. El camino
convenientemente fue largo, convenientemente digo porque el cansancio amerito
dicha cerveza, así como escucharla, es drama puro y vivido. Los hombres son
unos estrategas, ven todo como si fuera un juego de ajedrez, aseguró, mientras
sonreía y a la vez me interrogaba con su mirada aguda tras esos lentes, esos, de
marco rojo como unas ventanas gemelas que permitían divisar una tormenta en el
pacifico, aunque no tenga los ojos azules. ¿Y las mujeres no?, sucedió la
conversación; para Juliana las estrategias del hombre determina prácticamente
todo lo que hace en la vida, si camina, si coquetea, acaricia, besa, mira o
caga. Todo esta perfectamente planeado y dispuesto para hacer que las mujeres
cedan a la conquista.
Deje
que hablara por mucho tiempo sobre el juego de ajedrez que ella misma
presencio, lo dice con tanta seguridad y vehemencia que hasta yo estoy
creyéndomelo, el problema es que no se como jugar con los alfiles, los que han
jugado conmigo saben que siempre los pierdo primero, los sacrifico en
honor a la verdad porque no les puedo
dar utilidad en mi maraña estratégica para conquistar a una mujer. Y los
caballos, y los dos peones que son escuderos del rey y la reina, y las tediosas
torres que se esconden en las esquinas para quedar atrapadas en bombardeos de
los alfiles contrarios, malditos alfiles, me han dado 8 mates en los últimos 6
meses y 7 de ellos fueron con los alfiles, las mujeres siempre me ponen en
jaque, al parecer son alfiles que se mueven en diagonal y transversal, razón
por la cual no las veo venir sino hasta que ya perdí la cabeza.
Ahí
esta Juliana suficientemente segura de lo que habla, encantadora y vil, una
adorable molestia para el ego masculino y para un jugador de ajedrez. Sentada
en un diván rojo en armonía con sus anteojos y este idiota escupiendo sandeces
sobre el mismo y sus aberraciones de vida. Temas recurrentes: el amor, los
fracasos en cuestiones del amor, gustos musicales y la libertad, alguna que
otra historia de artistas suicidas y de nuevo el ajedrez, el amor y la
libertad, la fatídica canción de nuestra civilización.
Se
que les gustaría saber que tal fue su conversación, bueno, solo puedo decir,
profunda y apasionante, como sus rizos tremendamente largos y negros, como sus
manos que danzaban en el aire al compas de sus ideas, amigos sino lo escribiera
en este momento no podría creer lo que vendría un par de horas después y un par
de cervezas después.
Creer,
como el miedo y el amor, debe ser entendido como se entienden las teorías de la
relatividad y lo principios de la incertidumbre, fenómenos que determinan el
curso de nuestra vida. Ayer, mi vida se dirigía en una sola dirección, hoy, se dirige
en otra. Ayer, hubiese creído que jamás habría hecho lo que hice hoy. Son esas
fuerzas que suelen rehacer el tiempo y el espacio y que pueden dar forma,
alterar quien imaginamos que somos y que comienzan mucho antes que nacimos y
continúan luego que fallecemos, esta, esta era la disertación que mi mente
mascullaba mientras la veía suficiente y bella y que debí haber dicho para
desbaratar su teoría del ajedrez en la mente masculina, aunque debo reconocer
que yo mismo en algún momento de la vida pude hacerle frente al GM Kasparov en
las lides de la conquista.
Al
parecer todo iba de maravilla, la empatía era suprema, la cadencia de su hombro
izquierdo cada vez que le sonreía, demostraba la aprobación para seguir la
charla y la cercanía. Su sonrisa y juego de cabello asentían cada vez mas y
mejor las caricias cómplices mientras se da la charla, un par de veces estuve a
punto de abalanzarme sobre sus labios, labios finos y bien marcados, fui
imprudente y desafiante, un buen movimiento, caballo2 a reina 4, pero no lo
hice, tenia bien resguardada su feminidad con un caballo que galopaba de manera
posesiva y dominante que pausaba la partida mientras contestaba sus llamadas.
Nuestras
vidas y nuestras decisiones como trayectorias cuánticas se entienden momento a
momento, cada intersección sugiere una nueva dirección potencial, recitaba de
memoria mi tía Ángela, cada vez que me daba mate a mis tiernos 8 años, nunca lo
entendí de manera practica hasta ayer, en ese tablero blanco y negro de la vida
y el conocer a alguien. Le confesé que no tenia estrategia alguna en mente,
ella aseguro que eso era una estrategia, viole el código masculino al decirle
las posibles estrategias que habría usado, pero aun así no me creyó, al parecer
mi sinceridad es cuestionable y conozco a alguien que leerá esto y de seguro lo
afirmara. Hablamos y reímos como lo hace toda pareja de imbéciles con mas de
dos dedos de frente mientras se conocen, nos retábamos mutuamente para saber en
que momento se daría el espacio para un beso y de nuevo éramos interrumpidos
por las llamadas, hubo un instante que tome su celular y lo lance contra la
pared y arremetí a su rostro entre mis manos y le calle la boca con un beso
lleno de pasión, claro, en mis sueños, mientras se alejaba hablando con el.
En
este punto el dramático soy yo, porque en realidad no ha pasado nada, es mas la
conversación nunca fue tan insinuante, bueno no literalmente, esta bien lo reconozco
hubo un punto en el que estuve tan cerca de convertirme en un estratega exitoso
que tan solo esa idea me aparto de allí, me dio asco ser tan obvio, ser tan predecible,
pero sino la beso seré un imbécil, pensé un momento después.
Cuando
al fin pudimos hablar de nuevo se acerco un asombra impertinente y briosa con silueta
a caballo, ¿Me siento en el medio de ustedes? O ¿me le siento en las piernas?
Recito el caba-llero mientras mis ojos se hundían en el fondo del diván rojo. Esta
historia en un principio romántica, ha pasado a dramático y ahora toma el ritmo
de comedia, esperemos que no cierre en tragedia, pues la escena aunque
intimidante en instantes, arranco sonrisas de mi rostro, no podía creer lo que
estaba viendo, me estaban reclamando por algo que no había hecho, todavía,
apenas, en realidad no había nada, no podía creer que hace mucho tiempo yo era
el que llegaba a un bar a interrumpir una conversación con sabores de romance,
que patético me vi, que insolente y bochornoso fue ese momento, a diferencia de
la historia anterior, el caba-llero si se dirigió a mi, me reclamaba a mi, yo
que no llevaba velas en ese entierro, aunque pude ser el enterrado y no estaría
contando la historia. Yo, en cambio le había hablado a ella y no había ni
determinado la presencia del sujeto aquel hasta cuando ella me lo señalo. ¡Pero
no! en esta ocasión la vaina fue totalmente distinta, mi reacción fue clara, la
conversación había demostrado que Juliana, que mala eres Juliana, estaba aun “en-tusa-disima”
razón por la cual si me hubiera quedado y buscado contienda de honor, habría
sido golpeado por ambos, así que hice lo que todo hombre estratega haría en
casos como este, tome mis cosas y me fui.
La
salida del bar parecía no tener fin, mi mente llena de películas me advertía de
un golpe a mansalva, razón por la cual mi mirada sobre el hombro era predecible,
pero logre salir ileso, cruce el umbral a la libertad, mientras contenía una
carcajada en la laringe, di tal vez 10 pasos, 12 como máximo cuando escuche
tras de mi, pss pss, mierda la vida me llamaba a cuentas, o ¿era el mesero con
la cuenta?, no di la vuelta, di 3 pasos mas para sumar 15. ¡Profe!, el maldito
supo como accionar en mi, el rayón en el disco duro de mi profesión me delato y
gire como un adolescente cuando dicen papacito, el caba-llero se dirigió a mi,
y yo, como todo buen jugador de ajedrez, solté lo que tenia en mi mano derecha
y me prepare para el arremeter, pensé en moverme en L, o tal vez avanzar solo
un cuadro al frente cual peón, ojala tuviera una torre para meterme allí y no
salir nunca, ¿donde esta la reina que me protege?, toco ensangrentarme las
manos de nuevo, pensé, mientras el caba-llero botaba aliento caliente por sus
fosas nasales, era dantesca esta escena o ¿diría sofoclania?, espere el golpe
como todo buen contendiente y lo que recibí fue una pregunta (que civilizados).
¿Cuales
son sus intensiones?,
-Tomarme
una cerveza, respondí.
Y si
es así ¿por qué huye?
-Porque
me va a pegar, Pensé, y después masculle, fresco man ustedes tienen mucho que
hablar, conmigo no hay rollo, (nótese la jerga de calle de la 63 con la que
hable) Confunde y reinaras.
Después
el caba-llero, mostro sus crines e hizo gala de su paso fino, todo un semental,
me dijo en 30 segundos a que se dedicaba y lo que hacia en ese lugar, mientras
mi cara de interrogante solo dejaba escapar risas, absolutamente hilarante esa
situación. Pero no es todo, no habría drama sin la reina del drama por Dios.
Juliana
ha decidido salir, sus cabellos ondeantes por el viento helado de la noche
capitalina, enmarcaban su angustia cual damisela del siglo XV por la cual se
baten en duelo sus dos pretendientes, la veo acercarse presurosa y abochornada,
y allí es cuando mas rio, porque a mi lado se oye una afirmación patética en si
misma:
Fresca,
no va a pasar nada.
En
ese punto debo reconocer, tenia una mezcla de gracia y rabia en mi interior,
una parte de mi se cuestionaba, ¿como podía prestarme para tal situación?, ¿por
qué a mi?, ¿por qué no me aviso que venia el?, podría haber desempeñado un
mejor papel en esta obra, eso de improvisar no es lo mío.
La
escena no duro mas de 2 minutos en los que la tensión estuvo a la orden del día,
él, absolutamente indignado y herido en su orgullo de macho cabrío, lanzo una
musaraña de amenaza sobre mi, acudiendo a amistades del centro de la ciudad, a
lo que reí con descaro y respondí aludiendo a mi trabajo anterior en ciudad
bolívar, además como invitación a que mejorara su estilo de amenaza, provocaba
carcajadas mas que miedo, da mas miedo el rey león, pensé. El acto se ponía
cada vez mejor, mi dignidad como ser humano me sacaba a empujones de allí, pero
mi sevicia de chismoso colombiano quería saber como terminaba todo, finalmente
cedi a la dignidad y me retire con estilo, le estreche la mano al caba-llero,
sonreí, le tome por el brazo a ella y me incline para darle un beso de
película. Mentiras. Le tome por el brazo y le dije cuídate, mientras caminaba y
entre risas terminaba con un contundente, ¡Que les rinda!.
Camino
al descanso, mi mente se desembrollaba entre carcajadas y negaciones, entendí
que los limites son convenciones, esperando ser transgredidas. Uno puede
transgredir una convención si tan solo uno puede primero, concebir hacerlo.
Ser, es ser percibido entonces, conocerse a si mismo y es solo posible a través
de los ojos de los otros, la naturaleza de nuestras vidas inmortales esta en
las consecuencias de nuestros actos y palabras que continúan y se empujan a si
mismos a través de los tiempos.
Esta
mañana después de sentar mi pensamiento al calor de un cigarro y un café,
confirme, que entre mas se, menos se, entre mas vivo menos entiendo, pero me
rio mas, ha de ser algo bueno, pude haberme
destrozado a golpes con ese caba-llero, haber trastornado su figura con
la de quienes me han destrozado el alma, pude haber pellizcado sus tetillas
hasta hacerlo sangrar, o pude haber raptado a la bella Juliana, pude haber
hecho y dicho tantas cosas, así como en la vida pude haber hecho y dicho tantas
otras. Pero no lo hice. Hice lo que hice y soy lo que soy y mañana no hare lo
mismo, de algo sirve vivir.
Porque
al final nuestras vidas no nos pertenecen, del vientre hasta la tumba estamos
ligados a nuestro pasado y presente y con cada crimen y cada acto de ama-bilidad,
creamos nuestro futuro.
-Aló.
-¿Andrés?
-
Si.
-Hola,
soy Juliana. Llamaba a disculparme. No tenia tu teléfono y solo pensaba todo
iba tan bien.
Un día es una pulga de esperanza.