domingo, 24 de marzo de 2013

Juego de convenciones


Pero me invitaras algo-
Dije cargado de no se que en los brazos, parecía la condición perfecta para que mi sonrisa apareciera en el momento que ella, Juliana, la reina del drama y que adoraba la danza, aprobara mi ayuda con el premio de una cerveza. El camino convenientemente fue largo, convenientemente digo porque el cansancio amerito dicha cerveza, así como escucharla, es drama puro y vivido. Los hombres son unos estrategas, ven todo como si fuera un juego de ajedrez, aseguró, mientras sonreía y a la vez me interrogaba con su mirada aguda tras esos lentes, esos, de marco rojo como unas ventanas gemelas que permitían divisar una tormenta en el pacifico, aunque no tenga los ojos azules. ¿Y las mujeres no?, sucedió la conversación; para Juliana las estrategias del hombre determina prácticamente todo lo que hace en la vida, si camina, si coquetea, acaricia, besa, mira o caga. Todo esta perfectamente planeado y dispuesto para hacer que las mujeres cedan a la conquista.

Deje que hablara por mucho tiempo sobre el juego de ajedrez que ella misma presencio, lo dice con tanta seguridad y vehemencia que hasta yo estoy creyéndomelo, el problema es que no se como jugar con los alfiles, los que han jugado conmigo saben que siempre los pierdo primero, los sacrifico en honor  a la verdad porque no les puedo dar utilidad en mi maraña estratégica para conquistar a una mujer. Y los caballos, y los dos peones que son escuderos del rey y la reina, y las tediosas torres que se esconden en las esquinas para quedar atrapadas en bombardeos de los alfiles contrarios, malditos alfiles, me han dado 8 mates en los últimos 6 meses y 7 de ellos fueron con los alfiles, las mujeres siempre me ponen en jaque, al parecer son alfiles que se mueven en diagonal y transversal, razón por la cual no las veo venir sino hasta que ya perdí la cabeza.

Ahí esta Juliana suficientemente segura de lo que habla, encantadora y vil, una adorable molestia para el ego masculino y para un jugador de ajedrez. Sentada en un diván rojo en armonía con sus anteojos y este idiota escupiendo sandeces sobre el mismo y sus aberraciones de vida. Temas recurrentes: el amor, los fracasos en cuestiones del amor, gustos musicales y la libertad, alguna que otra historia de artistas suicidas y de nuevo el ajedrez, el amor y la libertad, la fatídica canción de nuestra civilización.

Se que les gustaría saber que tal fue su conversación, bueno, solo puedo decir, profunda y apasionante, como sus rizos tremendamente largos y negros, como sus manos que danzaban en el aire al compas de sus ideas, amigos sino lo escribiera en este momento no podría creer lo que vendría un par de horas después y un par de cervezas después.

Creer, como el miedo y el amor, debe ser entendido como se entienden las teorías de la relatividad y lo principios de la incertidumbre, fenómenos que determinan el curso de nuestra vida. Ayer, mi vida se dirigía en una sola dirección, hoy, se dirige en otra. Ayer, hubiese creído que jamás habría hecho lo que hice hoy. Son esas fuerzas que suelen rehacer el tiempo y el espacio y que pueden dar forma, alterar quien imaginamos que somos y que comienzan mucho antes que nacimos y continúan luego que fallecemos, esta, esta era la disertación que mi mente mascullaba mientras la veía suficiente y bella y que debí haber dicho para desbaratar su teoría del ajedrez en la mente masculina, aunque debo reconocer que yo mismo en algún momento de la vida pude hacerle frente al GM Kasparov en las lides de la conquista.

Al parecer todo iba de maravilla, la empatía era suprema, la cadencia de su hombro izquierdo cada vez que le sonreía, demostraba la aprobación para seguir la charla y la cercanía. Su sonrisa y juego de cabello asentían cada vez mas y mejor las caricias cómplices mientras se da la charla, un par de veces estuve a punto de abalanzarme sobre sus labios, labios finos y bien marcados, fui imprudente y desafiante, un buen movimiento, caballo2 a reina 4, pero no lo hice, tenia bien resguardada su feminidad con un caballo que galopaba de manera posesiva y dominante que pausaba la partida mientras contestaba sus llamadas.

Nuestras vidas y nuestras decisiones como trayectorias cuánticas se entienden momento a momento, cada intersección sugiere una nueva dirección potencial, recitaba de memoria mi tía Ángela, cada vez que me daba mate a mis tiernos 8 años, nunca lo entendí de manera practica hasta ayer, en ese tablero blanco y negro de la vida y el conocer a alguien. Le confesé que no tenia estrategia alguna en mente, ella aseguro que eso era una estrategia, viole el código masculino al decirle las posibles estrategias que habría usado, pero aun así no me creyó, al parecer mi sinceridad es cuestionable y conozco a alguien que leerá esto y de seguro lo afirmara. Hablamos y reímos como lo hace toda pareja de imbéciles con mas de dos dedos de frente mientras se conocen, nos retábamos mutuamente para saber en que momento se daría el espacio para un beso y de nuevo éramos interrumpidos por las llamadas, hubo un instante que tome su celular y lo lance contra la pared y arremetí a su rostro entre mis manos y le calle la boca con un beso lleno de pasión, claro, en mis sueños, mientras se alejaba hablando con el.

En este punto el dramático soy yo, porque en realidad no ha pasado nada, es mas la conversación nunca fue tan insinuante, bueno no literalmente, esta bien lo reconozco hubo un punto en el que estuve tan cerca de convertirme en un estratega exitoso que tan solo esa idea me aparto de allí, me dio asco ser tan obvio, ser tan predecible, pero sino la beso seré un imbécil, pensé un momento después.

Cuando al fin pudimos hablar de nuevo se acerco un asombra impertinente y briosa con silueta a caballo, ¿Me siento en el medio de ustedes? O ¿me le siento en las piernas? Recito el caba-llero mientras mis ojos se hundían en el fondo del diván rojo. Esta historia en un principio romántica, ha pasado a dramático y ahora toma el ritmo de comedia, esperemos que no cierre en tragedia, pues la escena aunque intimidante en instantes, arranco sonrisas de mi rostro, no podía creer lo que estaba viendo, me estaban reclamando por algo que no había hecho, todavía, apenas, en realidad no había nada, no podía creer que hace mucho tiempo yo era el que llegaba a un bar a interrumpir una conversación con sabores de romance, que patético me vi, que insolente y bochornoso fue ese momento, a diferencia de la historia anterior, el caba-llero si se dirigió a mi, me reclamaba a mi, yo que no llevaba velas en ese entierro, aunque pude ser el enterrado y no estaría contando la historia. Yo, en cambio le había hablado a ella y no había ni determinado la presencia del sujeto aquel hasta cuando ella me lo señalo. ¡Pero no! en esta ocasión la vaina fue totalmente distinta, mi reacción fue clara, la conversación había demostrado que Juliana, que mala eres Juliana, estaba aun “en-tusa-disima” razón por la cual si me hubiera quedado y buscado contienda de honor, habría sido golpeado por ambos, así que hice lo que todo hombre estratega haría en casos como este, tome mis cosas y me fui.

La salida del bar parecía no tener fin, mi mente llena de películas me advertía de un golpe a mansalva, razón por la cual mi mirada sobre el hombro era predecible, pero logre salir ileso, cruce el umbral a la libertad, mientras contenía una carcajada en la laringe, di tal vez 10 pasos, 12 como máximo cuando escuche tras de mi, pss pss, mierda la vida me llamaba a cuentas, o ¿era el mesero con la cuenta?, no di la vuelta, di 3 pasos mas para sumar 15. ¡Profe!, el maldito supo como accionar en mi, el rayón en el disco duro de mi profesión me delato y gire como un adolescente cuando dicen papacito, el caba-llero se dirigió a mi, y yo, como todo buen jugador de ajedrez, solté lo que tenia en mi mano derecha y me prepare para el arremeter, pensé en moverme en L, o tal vez avanzar solo un cuadro al frente cual peón, ojala tuviera una torre para meterme allí y no salir nunca, ¿donde esta la reina que me protege?, toco ensangrentarme las manos de nuevo, pensé, mientras el caba-llero botaba aliento caliente por sus fosas nasales, era dantesca esta escena o ¿diría sofoclania?, espere el golpe como todo buen contendiente y lo que recibí fue una pregunta (que civilizados).

¿Cuales son sus intensiones?,
-Tomarme una cerveza, respondí.
Y si es así ¿por qué huye?
-Porque me va a pegar, Pensé, y después masculle, fresco man ustedes tienen mucho que hablar, conmigo no hay rollo, (nótese la jerga de calle de la 63 con la que hable) Confunde y reinaras.

Después el caba-llero, mostro sus crines e hizo gala de su paso fino, todo un semental, me dijo en 30 segundos a que se dedicaba y lo que hacia en ese lugar, mientras mi cara de interrogante solo dejaba escapar risas, absolutamente hilarante esa situación. Pero no es todo, no habría drama sin la reina del drama por Dios.

Juliana ha decidido salir, sus cabellos ondeantes por el viento helado de la noche capitalina, enmarcaban su angustia cual damisela del siglo XV por la cual se baten en duelo sus dos pretendientes, la veo acercarse presurosa y abochornada, y allí es cuando mas rio, porque a mi lado se oye una afirmación patética en si misma:

Fresca, no va a pasar nada.

En ese punto debo reconocer, tenia una mezcla de gracia y rabia en mi interior, una parte de mi se cuestionaba, ¿como podía prestarme para tal situación?, ¿por qué a mi?, ¿por qué no me aviso que venia el?, podría haber desempeñado un mejor papel en esta obra, eso de improvisar no es lo mío.

La escena no duro mas de 2 minutos en los que la tensión estuvo a la orden del día, él, absolutamente indignado y herido en su orgullo de macho cabrío, lanzo una musaraña de amenaza sobre mi, acudiendo a amistades del centro de la ciudad, a lo que reí con descaro y respondí aludiendo a mi trabajo anterior en ciudad bolívar, además como invitación a que mejorara su estilo de amenaza, provocaba carcajadas mas que miedo, da mas miedo el rey león, pensé. El acto se ponía cada vez mejor, mi dignidad como ser humano me sacaba a empujones de allí, pero mi sevicia de chismoso colombiano quería saber como terminaba todo, finalmente cedi a la dignidad y me retire con estilo, le estreche la mano al caba-llero, sonreí, le tome por el brazo a ella y me incline para darle un beso de película. Mentiras. Le tome por el brazo y le dije cuídate, mientras caminaba y entre risas terminaba con un contundente, ¡Que les rinda!.

Camino al descanso, mi mente se desembrollaba entre carcajadas y negaciones, entendí que los limites son convenciones, esperando ser transgredidas. Uno puede transgredir una convención si tan solo uno puede primero, concebir hacerlo. Ser, es ser percibido entonces, conocerse a si mismo y es solo posible a través de los ojos de los otros, la naturaleza de nuestras vidas inmortales esta en las consecuencias de nuestros actos y palabras que continúan y se empujan a si mismos a través de los tiempos.

Esta mañana después de sentar mi pensamiento al calor de un cigarro y un café, confirme, que entre mas se, menos se, entre mas vivo menos entiendo, pero me rio mas, ha de ser algo bueno, pude haberme  destrozado a golpes con ese caba-llero, haber trastornado su figura con la de quienes me han destrozado el alma, pude haber pellizcado sus tetillas hasta hacerlo sangrar, o pude haber raptado a la bella Juliana, pude haber hecho y dicho tantas cosas, así como en la vida pude haber hecho y dicho tantas otras. Pero no lo hice. Hice lo que hice y soy lo que soy y mañana no hare lo mismo, de algo sirve vivir.

Porque al final nuestras vidas no nos pertenecen, del vientre hasta la tumba estamos ligados a nuestro pasado y presente y con cada crimen y cada acto de ama-bilidad, creamos nuestro futuro.

-Aló.
-¿Andrés?
- Si.
-Hola, soy Juliana. Llamaba a disculparme. No tenia tu teléfono y solo pensaba todo iba tan bien.

Un día es una pulga de esperanza.

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