viernes, 7 de septiembre de 2012

En el día de la revolución … (Primera parte)


En cuanto estalle la guerra total y nuestras manos se encuentren cobijadas por la infamia y las baladas de sangre contorneen nuestro existir, tendré que tomar una postura, me veré obligado a tomar un bando y exprimir los ideales para asumir el matar sin conocer, pues aunque quiera matarlos a todos, quiero matar es a quienes conozco, pero ¿que tiene que ver un infeliz humano que se cruce en mi camino en un mal día, en una mala hora, en un mal disparo? Porque matarlos sino conozco ni su cobardía, ni sus dolores, ni sus imbecilidades, ni sus seguridades, solo esta frente a mi, y es el o ella o yo, dispara o disparo, muere o muero … Bang … sigo caminando, como en un video juego, tablero tras tablero, mundo tras mundo buscando el rescate de mi alma, entre vicisitudes y escapes, ataques y movidas, riesgo y poder.

Seguramente estaría en el comando de rescates y misiones suicidas, como una contradicción perfecta, me lanzaría sobre una granada sin pensarlo, pero no para salvar a nadie, sino para sentir estallar físicamente mi corazón después de lo vivido, pero también seria capaz de llegar a un lugar sitiado por el enemigo que no comparte mi postura, entraría, dispararía y sacaría a quienes tendríamos que sacar, me agradecerían y yo olvidaría quienes son pues he sentido la adrenalina mas fuerte que humano alguno pueda experimentar … he puesto en juego mi vida, por la vida de otros y eso que quiero matarlos a todos.

Son las 0 300 y me llaman a la carpa del comandante, tenemos una nueva misión y es rescate y es simple, no hay mucho riesgo, es una familia, Esposo Esposa e hija, se encuentran en una zona de Bogota que llaman candelaria la nueva, nosotros estamos a 3 clic de distancia en dirección suroeste y solo hay un puesto de control del enemigo muy cerca donde ellos están, no han podido ir a un lugar seguro porque el, el esposo fue herido en una pierna y ella aunque ya no lo ama se siente comprometida por no dejarlo, así que ha preferido quedarse a su lado hasta que lleguemos, es una misión sencilla, pero será suicida, lo se, me vi impulsado a dejar una nota para mis padres en la que cito

 “… los amo y por eso moriré hoy, por mi bandera y mis ideales, por mi gente y mis amores invisibles, moriré por que hoy es el día señalado, no lloren ni sufran, sabían que moriría antes de ustedes en cuanto estudie artes.”

Mi equipo esta listo, somos 5 y hemos estado juntos desde que nos vimos forzados a tomar una arma esa tarde naranja de octubre, nos han herido a todos y todos lo hemos disfrutado, de alguna manera macabra ninguno de los 5 tiene corazón, a todos el amor nos dejo sin el, y todos como en una cita con el destino nos encontramos acurrucados en la esquina de la cuarta con biblioteca, bajo el reloj colonial, sudorosos y extrañamente tranquilos, con una sonrisa en los labios que demostraba la excitación que produce una muerte segura en medio de una guerra, solo debíamos descubrir cuando y como seria, nos saludamos y dijimos nuestros nombres, como si esta predisposición social marcara la primera enmienda de nuestro acuerdo suicida, Sophie, Valenti, Francisco, Martha y Andrés, todos ellos con nombres de artistas y yo con nombre de expresidente, pero todos sin alma por el amor.

Rodeamos Candelaria la nueva, entramos por encima, por san pacho, divisamos el enjambre de casas y el objetivo a 500 metros, es una casa normal, con vecinos normales, y un aire taciturno a comodidad a aburrimiento y a amores convenientes, no hay resistencia, ingresamos hasta la calle en formación, Valenti va adelante como siempre, ha recibido 3 disparos en el pecho y 2 en el rostro, no ha muerto y por eso va a de frente buscando la muerte pero ella le huye, no ha visto nunca nadie tan desesperado por disfrutarla, así fue su anterior vida amo tanto a una mujer que la hizo huir, la seguía, la buscaba, la tenia y nunca le decía nada, ella sabia que el la disfrutaba pero ella quería algo normal, una conversación pusilánime, con palabras y preocupaciones instauradas, decía Valenti cada vez que los doctores le extraían una bala, lo recitaba para después pedir que no extrajeran la bala que no quería verla solo sentirla, y ellos los medico complacientes la extraían y la ponían en su brazo izquierdo como una joya subcutánea; levanta la mano izquierda y señala que esta despejado, somos suicidas pero tenemos una misión, después de cumplirla nos poníamos en la línea de fuego y esperábamos morir, van 8 misiones y no ha sucedido … y eso que en nuestro acuerdo de grupo, si somos heridos, solo nos arrastramos no nos atendemos, dejamos que el tiempo haga lo suyo hasta llegar a la base, no gritamos aguanta ni nos desesperamos por salvarnos, solo sonreímos y brindamos porque la muerte esta cerca, porque al fin alguno de nosotros estará en sus brazos y tendrá la paz de no pensar mas en esos amores … y será lunes …

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