martes, 2 de abril de 2013

En los zapatos del otro …

 A manera de Crónica.

Martes, 1:00 pm, a espaldas del cementerio central la búsqueda de cal es imprescindible, así como la ausencia de la misma. La imposibilidad de conseguirla entre lapidas y mármoles es cada vez mas determinante. Sin embargo Doña Luisa, quien ha atendido el deposito mineral “Neira” por mas de 20 años es invaluable, dice que hace mas de 2 años la cal no se consigue sino por bultos y que lo único que le puede hacer un símil es la marmolina, parece lógico, residuos de las rocas que traen de los cantones y que venden desde 1 kilo en adelante.

La marmolina entonces demarcara el residuo del camino, camino que la acción que les relatare a continuación pretende, en la mente de este narrador se repiten una y otra vez las premisas que determinaran la acción propuesta para las 3:00 pm en la plazoleta de Lourdes:

  1. 1.     El camino se hace andando.
  2. 2.     Los recorridos del transeúnte común por la plaza serán evidentes por la marca que deje tras de el o ella la marmolina en el piso de la plaza.
  3. 3.     Cada transeúnte debe dar su permiso para ser acompañado en el recorrido.
  4. 4.     Sin permiso no hay recorrido, ni residuo, ni camino.
  5. 5.     El recorrido se enmarca en los limites de la plazoleta.
  6. 6.     Una vez se termina un recorrido, se espera que otro transeúnte lo lleve en una nueva dirección.
  7. 7.     Tiempo de la acción 40 minutos.
  8. 8.     El recorrido será visible el tiempo que el viento, los mismos transeúntes o las condiciones climáticas permitan el polvo de marmolina en el suelo.
  9. 9.     Los recorridos son efímeros, así como su evidencia.
  10. 10. Todo esta en construcción.


2:00 pm, llueve. La espera es necesaria pues la acción se ve en peligro de acabarse sin haber empezado, los recorridos no serán evidentes en ningún momento si la lluvia persiste. El haber conseguido el material de trabajo en un cementerio parece dictaminar la muerte de la acción cual aborto accidental.

3:00 pm. La lluvia parece disminuir; un café y un cigarro son necesarios para recitar cual oración las premisas de la acción, que se seque rápido el piso, pienso en voz alta. Las palomas que se resguardaban en la puerta de la iglesia parecen haber despertado de su letargo Bogotano, es buen augurio, no lloverá en un rato mas. Las sombrillas se mantienen sobre las chazas de los asiduos trabajadores ambulantes de la plaza, los hippies en la callejuela que da a la 11 con 63 parecen sonreír al extender sus mantas con collares de pedrería y las manillas de sueños que se anudan en las muñecas de desprevenidos y enamorados.



3:15 pm. Una montoncito blanco en el suelo demarca el inicio de la acción, las miradas de quienes me rodean interrogan al reguero que se dispone a demarcar la plaza, las palomas intuyen un alimento poco común para sus sistemas digestivos empedrados de desechos y uno que otro maíz que los visitantes a la plaza se regodean en botarles por $500 el paquetico. Los primeros en aceptar mi compañía son dos chicos del Colegio Simón Rodríguez, la velocidad con que caminan es directamente proporcional a la velocidad con que responden a mis preguntas, en 30 segundos pude saber de que colegio eran, que estaban en 8vo grado, que la materia mas difícil era algebra y que iban camino a comprar un juego de play que tenia la tercera versión en estreno. El recorrido es sorprendido por bombas y un cartel, además de una felicitación y un regalo por ser el dia del hombre, los tres lo recibimos, mientras se continua el recorrido en medio del desconcierto que produjo estas situaciones para los desprevenidos estudiantes.



La espera para el siguiente recorrido es mayor, la desconfianza en el rostro de la gente es notable, el hecho de ser abordados por un personaje con una bolsa de polvo blanco en las manos parece aterrador y la propuesta de ser acompañados en su transitar por la plaza es, al parecer, un acto de la inhalación de dicho polvo.

Dicho esto, la proximidad de un par de jóvenes en corbata y con zapato lustrado, llama mi atención, me dirijo a ellos con un hablar rápido y una sonrisa en mi rostro, la amabilidad, pienso, a de ser el vehículo para entablar una complacencia de 30 segundos por la plaza. Ellos impulsadores de una marca de cosméticos para hombre, disponen su tiempo y su confianza para hacer el recorrido, uno de ellos, el mas joven (no recuerdo la edad exacta) decide demarcar el recorrido el mismo, toma la bolsa de marmolina en sus manos y se dispone a caminar, el otro cual investigador de Scotland Yard, decide interrogarme mientras acompañamos el recorrido, ¿por qué?, ¿para que? y ¿eso que es?, preguntas recurrentes en la sociedad cuando se presentan acciones que rompen con la rutina cotidiana, al parecer la funcionalidad y el deber ser de las acciones humanas es determinante en el vivir, en el “buen” vivir. Las respuestas de acuerdo a las premisas antes mencionadas les llama la atención pero no les convence, la sonrisa en sus rostros lo evidencia, pero el juego, el hecho y la ruptura de su línea cotidiana les causa cierta satisfacción que no podría describir, después de disponer un circulo alrededor de la persona que me acompañaba haciendo el registro de la acción, ellos deciden posar en un par de tomas para la posteridad y deciden intercambiar roles, no sin antes hacerme probar la crema post-afeitado y la colonia para hombre con aroma seco. Me preguntan finalmente ¿ahora que? a lo que respondo, - esperar a alguien mas -, el detective decide entonces tomar la bolsa con marmolina y cual padre responsable dictamina con voz fuerte pero calma, - venga lo llevo al otro lado, donde haya mas gente-, la despedida al igual que con los estudiantes se da con un apretón de manos y un hasta luego.





Los recorridos en adelante fueron menos amistosos, diría yo fugaces, pues pese a la rapidez de la acción el sentir una compañía desconocida y que además marca el camino por donde se anduvo era bastante sospechosa, la estrategia de abordaje muta según la persona y pese a asegurar las buenas intenciones de mi acción a cada uno, el paso se acelera en un 200% promedio. Esto hace que la acción no sea una compañía sino que parezca una persecución, el camino de la persecución. Sin embargo el transito es cada vez mas evidente, el transito del señor de mas de 60 años que solo respondió con una sonrisa durante el recorrido, el de la señora que tenia la provocación de golpearme con la cartera, el del desempleado que prácticamente salto cuando me le acerque con a bolsa de polvo en mis manos, el de la pareja de estudiantes, él de física y ella de psicología de la Konrad Lorenz, quienes preguntaron sobre mi profesión y decidieron un …. Ahhh claro, cuando les dije artista visual. El de los dos jóvenes con pintas de estar en un viaje alucinógeno, uno miguel muy amable y en contacto visual constante y el otro totalmente ausente de la conversación pero alerta de la acción. El recorrido del repartidor de domicilios de olímpica y la siempre y amada compañía de las palomas. Que habría sido de mi sin ellas y sin la mirada acusadora de mas de uno que creyó que las estaba envenenando.







El tiempo paso acorde a la premisa 7, se acercaron las 4:00 pm y la marmolina disminuyo en la bolsa hasta unos cuantos granos, la experiencia había resultado en una serie de cuestionamientos que me inquietan hasta hoy; ¿qué habría pasado por la mente de las personas que no aceptaron una compañía desinteresada?¿la desconfianza reside en lo mas profundo del alma humana o solo es un acto reflejo de la misma sociedad?¿el transeúnte es consciente de su camino en la vida? O ¿simplemente camina? ¿cuántas historias podrían haber colmado este relato si nos regaláramos 30 segundos  de camaradería con un ser humano cualquiera?¿habría sido mas efectivo si usara otro dispositivo para dispersar el polvo?¿y si fuera mas tiempo, en que horario habría tenido mas participación? ¿habría podido dejar blanca la plaza en un día de acción? ¿Habrá muerto alguna paloma por intoxicación? ¿a quienes acompañe, llegarían a contar a casa ese chazco de 30 segundos en la plaza de Lourdes?¿lo recordaran?...



4:15 pm, la plaza ha sido trazada de esquina a esquina, un circulo impertinente en un costado hace juego con la golosa que esta demarcada en la plazoleta, así como la línea de palomas que disfrutan de la marmolina, ha de ser rica en calcio, mientras se desaparece entre el viento y los picotazos, así como se desaparecen los recorridos diarios de los que transitamos la ciudad sin percatarnos que hay quienes siguen nuestros pasos, con la impertinencia de no mirar atrás y saber que es lo que hemos dejado, es tan difícil ponerse en los zapatos del otro.



No hay comentarios:

Publicar un comentario